El emblema orureño San José vive uno de sus peores momentos a nivel institucional, agobiado por una crisis económica que no deja respirar a sus directivos y un panorama incierto para un equipo que a pesar de las deudas, ha levantado su rendimiento en el torneo.
El horizonte no es muy alentador en su 75 aniversario de fundación y por ello, más que celebración, corresponde una profunda reflexión del porqué se llegó a tocar fondo.
Gran parte, sino toda la responsabilidad, se atribuye a pasados directorios que inflacionaron la economía del club, sin un criterio adecuado a la hora de las contrataciones; muchos recordaran, por ejemplo, el intento de Wálter Mamani de conformar un "dream team” que terminó siendo una decepción por el fichaje de jugadores de cartel pero de avanzada edad que no rindieron.
Asimismo, se apunta a otras administraciones que no dieron solución a demandas de jugadores, impuestos y otros acreedores, permitiendo que estas erogaciones crezcan como bola de nieve. ¿Acaso alguna institución debe casi tres millones de dólares por ropa deportiva como ocurre con San José?
Así podríamos enumerar muchos capítulos de esta historia que tiene más tintes de cuento de terror que de novela y, lo más preocupante, es que el actual directorio parece transitar la misma senda, incapaz de solucionar los temas prioritarios.
Lo deseable es que el comité cívico, fuerzas vivas de la región, empresariado e hinchada actúen como alguna vez se dio en Oruro con una unidad plena, en procura de un plan de salvataje que evite el descender de categoría y tocar fondo en lo económico. Urge una reforma de estatutos que blinde que los directivos tomen ventaja económica del club o utilicen a éste como palestra política, todo a partir de una nueva convocatoria, en la que se active una real masa societaria aportante, que sea la única habilitada para comicios en la institución orureña.
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