Cuando se lo ve dentro de la cancha, existe una envidia sana de colocarse en su lugar, sin embargo, no todos los orureños podrán realizar ese sueño que al igual que muchos, él lo proyectaba desde pequeño, pero con perseverancia, sacrificio pudo lograr estar en uno de los equipos más importantes de Bolivia, San José.
Él es Mario Leonardi Parrado Alanez, nació el 5 de octubre de 1993 en la Alta Tierra de los Urus. Salió bachiller del colegio Raquel Gastelú de Ríos y estuvo hasta el cuarto semestre de la carrera de Derecho en la Universidad de Aquino Bolivia (Udabol), volverá el siguiente semestre para culminar sus estudios universitarios.
Como toda persona, desde niño se inclinó por un deporte y más motivado por su papá que también era deportista, al igual que gran parte de su familia. A sus cinco años comenzó a patear la pelota y vivió con ella, enamorado añorando ingresar algún día no muy lejano al equipo por el cual arengaba, San José.
"Mi papá iba a trotar todas las noches y yo lo seguía porque quería ser como él. Desde muy pequeño él me llevaba a patear el balón", dijo.
Su primer equipo fue Flamengo, un equipo que participaba en la categoría "mosquitos". Pero, tuvo que dejar el equipo porque su papá se fue por cuestiones de trabajo una temporada. Sin embargo, su amor por la pelota lo llevaron a entrenar solo y luego con su tío Abel Parrado.
Pasaron los años y volvió a participar, esta vez en el equipo de Niño Quirquincho Feliz, en las categorías Sub-13 y Sub-15. La posición que siempre le gustó jugar fue el mediocampo, y optaba los números entre el 5 y el 8.
Ese periodo era un proceso de desafíos para Mario, no solo en el aspecto deportivo, sino también en el aspecto psicológico, ya que sus compañeros de equipo también decían que querían llegar a un equipo profesional, teniendo siempre en la mira a la "V" azulada.
"Ahí vino la disciplina, el esfuerzo, el privarse muchas cosas, el sacrificio en los entrenamientos creo que eso se me fue metiendo en la cabeza y a partir de los 16 años tomé esa decisión de entrenar sin saber si podía jugar a nivel profesional. Esa decisión fue mía y tuve siempre el apoyo de mi familia", afirmó.
El tiempo se encargó de evaluar su sacrificio, lo interesante del caso es que él no solo era apto para el balompié, sino también para otras disciplinas deportivas como el futsal, el baloncesto y el voleibol, integrando incluso selecciones departamentales que viajaron a nacionales.
Con ese paso, se le metió a la cabeza, el sueño de todo orureño, estar en el equipo de sus amores, San José. Es así que a los 16 años se aproxima a la cancha. En ese entonces estaba como director técnico, el profesor Marcos Ferrufino, como lo es en la actualidad.
El papá de Mario lo lleva y le pide que trote por la cancha, entonces, él le hizo caso, cuando en ese ínterin, que también era de pruebas para nuevos jugadores, faltaba uno y le invitaron a completar el equipo.
"Comencé a jugar y lo hice mejor que algunos que se estaban probándose, entonces aproveché y desde esa vez comencé a entrenar. Recuerdo que esa vez estaba Limbert Pizarro y otros. Ayudaba a armar canchitas, estaba entrenando y tenía en mente la ilusión de jugar, por eso le metí ganas a cada entrenamiento", señaló.
La cosecha llegaría más pronto de lo esperado, debutó con la casaca 29 el 2012 en San José, ese día se enfrentaba contra La Paz Fútbol Club en la sede de Gobierno. Además que para ese campeonato se dispuso que un juvenil debía estar en cancha.
"No lo creía, siempre iba a la cancha a ver a jugar a San José, pero tenía temor. Pero al momento de entrar a la cancha y vestir la casaca de San José era muy especial, posteriormente he jugado hasta campeonatos internacionales pero nunca sentí como el primer día, cuando juegas un partido oficial por el equipo de tus amores", recordó.
Mario siguió por ese camino, no quería conformarse con ese hito. Llegó a Oruro el técnico Julio César Baldivieso y tras verlo mejorar su nivel, lo tomó en cuenta para formar parte del primer plantel. Corolario de ello es otro momento inolvidable que vivió cuando San José goleó a The Strongest por 7-2 en Oruro.
"Fue la maldición que rompimos y fue lindo festejar con la gente", dijo, pero la vida le depararía más sorpresas, la de llegar a la preselección nacional, en principio.
"El estar sólo entrenando por la selección de tu país, ya es algo grande. Me convocaron para un micro ciclo que después iba a ser para formar la selección que iba a enfrentar a Uruguay por las eliminatorias. Fui al micro ciclo, éramos 30 y solo 25 debían formar el equipo, cuando salió la lista estaba mi nombre, no jugué, pero fue algo muy emocionante", señaló.
Mario no solo está agradecido con su familia, sino también con la hinchada que le brindó su apoyo en todo momento.
"Estoy muy agradecido con la hinchada, a veces algunas personas son complicadas, pero también han sabido estar en las buenas y en las malas. En los peores momentos nos han apoyado, pese a los malos resultados, la gente que en verdad es hincha nos dio siempre su apoyo, por ello, hay que reconocer y agradecer ello", afirmó.
El sueño de Mario no terminó, la premisa es consolidarse en San José, meter el gol que aún le negó el arco y luego pensar en un equipo del exterior del país.
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