La Razon
San José logró anoche en su cancha del Jesús Bermúdez, de Oruro, una resonante victoria por el grupo 6 de la Copa Libertadores de América, porque no le ganó a un equipo menor, sino al poderoso River Plate argentino. Y lo hizo jugando bien, superando a su rival en el juego con esfuerzo, porque no fue fácil, y en varios pasajes con buen fútbol, e hizo entre ambas cosas lo suficiente como para merecer el 2-0 final.
Así como se pintaron las cosas en la cancha, con el dominio territorial del equipo santo con base en la personalidad de sus jugadores, los espacios que de mitad de cancha para adelante fue creando, abriendo la defensa adversaria —porfiada en estar ordenada en la marca respetando un solo libreto—, incluso desperdiciando algunas opciones claras para convertir, no había dudas de que el gol iba a llegar. Y uno de sus grandes méritos fue persistir, por una parte, y tener paciencia, por la otra, y valió la pena porque el premio fue el esperado.
River, es verdad, jugó a menos revoluciones. Le tuvo demasiado miedo a la altitud y cuando la cabeza manda porque al jugador no se lo prepara para afrontar condiciones naturales adversas, el resultado es éste.
En determinado momento, dada la jerarquía que tienen sus jugadores, controló el juego, alejó por buen rato a San José de su arco, pero no lo suficiente y terminó pagando su propia decisión de ser muy conservador y de optar por no ir al frente con convencimiento, solo de vez en cuando por probar a ver si le salía algo, creyendo más bien que el empate que sostenía ya era un buen resultado.
En la primera parte casi todo fue de San José. Entre las opciones más claras —que no fueron muchas, hay que admitirlo—, Orué desperdició una a los 4 minutos rematando de zurda desviado, con el arco a disposición. Pero en general, el cuadro santo siempre estuvo más cerca del gol.
En el complemento, hubo un lapso en el que River logró tener la pelota y adormecer a San José, incluso le llegó de contragolpe con cierto peligro (por ejemplo Lampe salvó ante un fuerte disparo de Mora).
Pero en la recta final, los cambios que hizo Cárdenas le dieron otro aire al cuadro orureño, y de los pies de Abdón Reyes partió una jugada magnífica por la izquierda, cuyo centro fue cabeceado por Orué para el 1-0 a los 80’.
Ni qué decir del golazo de Gabriel Valverde, de tiro libre a los 87’. La pelota pareció ir hacia un lado y se metió por el otro, el arquero Barovero quedó en el camino, impotente.
San José ganó con buenas armas. Y no a cualquiera, sino a River. Y tuvo, ni qué decir, un buen inicio copero.
Los datos
Gran aporte
Ricardo Verduguez fue la otra figura de San José. Le dio mucha salida al equipo por su banda, la gente de River casi no lo podía controlar.
Enojado
Miguel Loaiza hizo lo que pudo, pero no le salieron las cosas. Cuando fue reemplazado por Ferreira se fue muy enojado. El cambio, sin embargo, dio resultado.
De river
Eder Álvarez Balanta fue lo mejor de River. Ante la presión de San José, siempre estuvo muy firme en la defensa.
La mano del DT en las variantes fue la clave
Los cambios a veces no resultan, pero ayer los que hizo Teodoro Cárdenas, técnico de San José, surtieron gran efecto, tanto que cambiaron el curso del partido y el equipo boliviano consiguió una importante victoria.
El ingreso de Abdón Reyes —en vez de Ariel Juárez— le dio un movimiento a la ofensiva izquierda, que se le hizo difícil controlar a la zaga de River. El jugador santo “quebró” a dos rivales antes de mandar un magnífico centro a los 80’, la pelota fue manoteada por Barovero, y apareció Ángel Orué para cabecear y abrir la cuenta. Medio gol, o más, fue del que hizo tan buena jugada.
Y ni qué decir el golazo que marcó Gabriel Valverde. Cuando entró —por Wílder Zabala— parecía que era para reforzar la marca en el medio. Terminó mandándose un balazo desde unos 30 metros que se coló en el arco de River firmando el 2-0 final.
El santo porfió siempre
Al frente
Desde que Loaiza, de tiro libre, asustó a Barovero a los 3’, San José buscó permanentemente el arco contrario. En la primera mitad hay que contabilizar unas cinco llegadas con buenas posibilidades, la más clara no la pudo meter Orué. En la segunda, aparte de los dos goles hubo por lo menos tres ingresos al área visitante, pero faltó la puntada final.
¿Y River?
En el primer tiempo, los remates de Martínez inquietaron de alguna manera a Lampe. En el segundo, Lampe tuvo una notable atajada (estaba cero a cero) ante un fuerte disparo de Mora.
Errores propios
Según el diario deportivo Olé de Argentina, “River llevaba bien el partido en la altura, pero se durmió cinco minutos y perdió más por errores propios que por efectos de los 3.800 metros”. Y tituló: “Pecado de altura”
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