En una reunión masiva de las vivanderas que se asientan en el estadio "Jesús Bermúdez Tórrez", realizada ayer por la tarde, amenazaron con realizar una huelga de hambre, debido a la solicitud que habría realizado el club "San José" para ocupar dos espacios en la infraestructura, para vender suvenires y bocadillos con la imagen institucional del club.
La solicitud, ocasionó la molestia de las vendedoras, porque manifestaron que el club "santo" quiere dar preferencia a una empresa privada dedicada a la comida rápida, para que pueda ofrecer su producto, mermando la actividad de las señoras que desde varias décadas están en el "Bermúdez", explicó la dirigente de su asociación, Basilia Flores.
"Hemos recibido una carta del club San José, donde solicitan dos puestos en preferencia y general, pero ese puesto no es para él, porque este es un club que no puede pedir esa clase de ayuda y no puede vender, sabemos que es para otras personas que son capitalistas, en este caso sería para el ‘El Negrito’, hay propaganda del ‘Salchisanto’, queriendo ingresar a nuestro puesto", enfatizó.
La molestia se transmitió al presidente de la entidad "santa", Freddy Fernández, quien negó rotundamente estas aseveraciones, remarcando que nunca se habría hablado de ninguna empresa, más al contrario lo que se pretendía es un espacio para el club, para la venta de suvenires.
"Nosotros hasta el momento, no les hemos molestado en nada, solo hemos pasado una carta para tener un puesto de venta de suvenires y un sector de refrigerios, pero ellas que son dueñas no podemos hacer nada, entonces nosotros no les podemos obligar", dijo.
Después de una pequeña reunión, ambas partes quedaron en un cuarto intermedio, para que puedan analizar la posibilidad o no de ceder estos puestos.
El club de la "V" azulada alquila el estadio "Jesús Bermúdez" al Servicio Departamental de Deportes (Sedede), con los cánones de alquiler que manda la Ley, las vivanderas ingresan al mismo pagando una entrada, lo que les posibilita a vender sus productos, porque ellas también arriendan estos espacios a la misma entidad departamental, por lo que se crea una suerte de vacío legal para que tanto vendedoras como dirigentes, puedan ingresar a un acuerdo.
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