El Deber• Técnico • Ferrufino dirigió hasta hace poco a San José; se fue por problemas con Limbert PizarroEl título que consiguió en 2007, dirigiendo a San José, sin dudas fue inolvidable para él; no sólo porque se trataba de San José, el equipo de su natal Oruro, sino también porque era el primer plantel que dirigía. Marcos Ferrufino sacó campeón al santo luego de 12 temporadas, provocando una ‘explosión’ de júbilo en Oruro en aquella final frente a La Paz F.C., que ganó (1-0) con gol de Da Rosa. Sin embargo, el idilio con la hinchada se fue desgastando de a poco por un hecho, que luego lo llevó a renunciar al cargo de entrenador.
Tras el partido en Santa Cruz frente a Blooming, el pasado 5 de mayo, decidió dar un paso al costado hastiado de los insultos de los aficionados, además del poco respaldo que recibió por el tema de Limbert Pizarro. No toleró constantes actos de indisciplina del volante montereño y, pese a conversar con él en reiteradas ocasiones, el panorama no cambió. Aunque el equipo ganaba en casa, casi siempre tenía el ‘resuello’ en la espalda de los aficionados que lo insultaban pidiéndole el regreso de Pizarro. No lo pudo echar porque había un contrato de por medio, así que optó por irse.
- ¿Es específicamente por lo de Pizarro que decide irse, o hubo otro argumento de por medio?
- No, es por eso. Hablé constantemente con Limbert sobre su situación, porque no era la primera vez que se perdía sin avisar. Sucedió en 2007 y volvió a pasar después del partido que jugamos frente a Cúcuta en Colombia. Te aclaro que no existe nada personal, porque con él fuimos compañeros de equipo en Bolívar, pero actos de indisciplina yo no puedo tolerar, no en mi equipo. Eso me llevó a descartarlo del primer plantel.
- ¿Cuán a fondo tocó el tema con Limbert antes de marcharse?
- Habíamos hablado varias veces, él se comprometía y seguíamos trabajando, pero quizá su problema es más grande de lo que él piensa, porque perderse cuatro o diez días, ya no es normal. Sería algo razonable tomar un día y al siguiente meterse de lleno a entrenarse, pero perderse más de una semana, no hay que dejarlo pasar. Él piensa que su problema no es tan grave, pero debería preocuparse porque perjudica a mucha gente.
- ¿Se generó algún tipo de molestias en el plantel?
- Claro, porque la hinchada no nos dejaba tranquilos, ni a mí ni a los jugadores, y eso fue lo que no le gustó para nada a ellos. Nos ‘sacaron’, de verdad, porque veníamos bien concentrados en la Libertadores y en el torneo local. Pese a que le ganamos a Santos de Brasil en Oruro, igual recibíamos insultos por la separación de Limbert. No los entendía, le habíamos ganado (2-1) a un grande del continente y la gente nos criticaba. Opté por irme para evitar más líos.
- ¿Cree que no lo entendían?
- Mirá, no es ni será el último acto de indisciplina en el país. Vos fijate que hoy en día (ayer) estaba leyendo una nota que decía que hasta los hinchas de River Plate ya estaban cansados de las escapadas del ‘Burrito’ Ortega, que tomaba y se perdía. Sin embargo, aquí más bien los hinchas se molestaron conmigo y se inclinaron a favor del jugador. Son cosas que, la verdad, no entiendo.
- ¿Por qué no tuvo el respaldo de la dirigencia para echar al jugador y mantenerse como DT?
- Es que no todos piensan como uno en este tipo de cosas, pero lo que me alarmaba era que dos dirigentes me pedían que vuelva sin ni siquiera conocer a fondo el tema. Eran dos, uno de ellos de apellido Flores. Les expliqué cómo venía la mano, pero nada. El problema fue que a Pizarro le dieron un dinero, además de una vagoneta. Era eso lo que los directivos no querían perder, y ponían como argumento un papel que el jugador trajo desde Montero.
- ¿Qué decía el papel?
- Que había estado preso, pero uno tenía que ser un niño para no darse cuenta de que no era así, porque nadie te agarra y te mete preso sin dejar que hagás una llamada en diez días. Cuando retornamos de Colombia, Limbert no podía jugar ese fin de semana porque estaba expulsado en el torneo local, pero igual, tenía que volver. Se le dio para su pasaje y en vez de irse a Oruro, prendió para Montero. Desde ese momento ya era un acto de indisciplina.
- ¿Por qué no le creyó?
- Por dos cosas clave. Un familiar muy cercano a él me llamó desde Montero para decirme que estaba tomando. Es más, hasta su esposa se comunicó con el doctor y le ratificó lo mismo, pidiéndole que no me avisaran todavía, que Pizarro iba a volver. Son cosas graves y él no se da cuenta de que está obrando mal, que le está haciendo daño a su familia, al grupo, a los hinchas y a los dirigentes. Por eso te repito que no entiendo por qué los hinchas defendieron a alguien que más bien le hizo daño al club.
- ¿Siente que la afición le pagó en contra, pese al título y al regreso a la Libertadores después de 12 años?
- Hay gente que estuvo de acuerdo conmigo y la gran mayoría, no. Pero lo tomo como algo normal en el fútbol. Esto me convence una vez más de que nadie es profeta en su tierra. Ellos deberían estar agradecidos, no conmigo, sino con el grupo, de que se hubieran conseguido cosas importantes, como el título y la vuelta a la Copa. Sin embargo, más bien presionaron y molestaron sin motivo. Es más, don Florencio España (actual presidente del club) tampoco cae bien, pese a que el hombre está dejando un estadio, un hotel y un coliseo para la institución.
- ¿Habló usted con los referentes del equipo sobre el tema?
- Claro, en especial con los que fueron clave en la conquista del título del año pasado. Ellos estaban de acuerdo con la salida de Limbert y que yo continuara, pero la dirigencia tampoco afrontó el tema de frente; hablo de juntarnos a todos para cortar la situación de raíz. Nadie se animó. Fue por eso que opté por hacerme a un costado, si todo iba a seguir igual.
- Entonces, el grupo lo respaldó...
- Totalmente, porque ellos conocían bien la situación. Me fui hastiado, cansado porque por este problema comenzaron los chismes, las habladurías por debajo de algunos directivos de que si éste toma o éste no toma. Se involucró a todo el plantel y eso no lo podía permitir, que se le falte el respeto a los jugadores sin motivo y sin justificación alguna.
- En el lapso que estuvo al mando de San José, ¿hubo alguien que lo sorprendió?
- Darwin Peña, que llegó al club procedente de Real Potosí con problemas de indisciplina. Hablé bien con él antes de que venga y me respondió, porque mientras estuve al frente, Darwin cumplió su palabra de que no me iba a fallar. Para mal de él tuvo una lesión en la rodilla que le ha impedido mostrarse a plenitud, pero de todas formas, cuando se recupere, estoy seguro de que puede ser un gran aporte para el fútbol nacional.
- ¿Hacía controles por la noche?
- Sí, lo hacía solo. Elegía al azar a cuatro jugadores y los visitaba durante la semana. Uno para hacerles un seguimiento más de cerca y otro para motivarlos, porque hay jugadores de fútbol que necesitan que el técnico los trate como a sus hijos. Llegaba de sorpresa, así que los jugadores no sabían si iba o no iba esa noche.
- ¿Qué pasará si vuelve a suceder un caso de indisciplina en adelante?
- Quedó clara cuál es mi posición. Es que tiene que ser así, hay que luchar para hacer al futbolista más profesional dentro y fuera de las canchas. Quizá hoy, a comparación de lo que sucedía antes, es más fácil que un chico pueda debutar en la Liga. Lo que está confundiendo el jugador es que ganando un poco de dinero cree ya puede salir a divertirse todas las noches, y no es así. El jugador necesita de un cuidado especial de su cuerpo, porque de eso vive.
- ¿Eso es lo que no se entiende?
- Y cada día se lo ve. Fíjese usted que el jugador después de los entrenamientos sale a comer empanaditas, rellenos y otras cosas que no son para la alimentación de un futbolista profesional. En todas esas cosas uno tiene que fijarse y estoy seguro de que el futbolista boliviano tiene la capacidad de cambiar, pero hay que ir de a poco.
- ¿Qué cosas mejoraría si alguna vez se le presenta la chance de volver a dirigir San José?
- Primero que volvería con mayores exigencias, porque agarré San José siendo ayudante de campo de Vladimir Soria. Si vuelvo a comandar el grupo, pediría cosas clave que debe tener un club profesional. A excepción del doctor España, me faltó apoyo dirigencial, un trabajo más de cerca. Con don Jorge trabajamos bien, me respaldó con las vitaminas y los médicos para los diez chicos que promovimos. Soy un agradecido con él por la oportunidad que me dio.
- ¿Y si estuviera Pizarro?
- Es un tema especial, porque hablé con Pizarro desde el año pasado y no me entendió. Parece que sus prioridades son la diversión y otras cosas. No es un profesional en el fútbol que vive para el fútbol, pero ojalá que cambie, ojalá que el haber estado parado durante tanto tiempo le hubiese servido para recapacitar, porque es un hombre que tiene muchas condiciones.
- ¿Cuál es el sueño que tiene Ferrufino como entrenador?
- Dirigir Bolívar y la selección nacional. Bolívar porque me considero de la casa, ya que fueron muchos años y muchos títulos en esa institución, pero también soy consciente de que debo prepararme, porque apunto alto como entrenador. Quiero dirigir otros equipos grandes del país, no importa si son de La Paz o Santa Cruz.
- ¿Cuál es su futuro?
- Seguir preparándome para el futuro. Estoy viajando dentro de poco con el profe Teodoro Cárdenas (preparador físico) a un curso a la Argentina. Tengo que aprovechar este receso en mi carrera para capacitarme, para nutrirme de otros conocimientos que siempre son importantes para dirigir.
Perfil
Un hombre de fútbol
Marcos Ferrufino nació en Oruro el 25 de abril de 1963. Está casado con Sandra Rojas y sus hijos son Marcos, Douglas y Estéfano. Como futbolista profesional debutó en Bolívar, club en el que jugó durante diez años obteniendo muchos títulos. Se desempeñaba como zaguero central, llegando incluso a vestir la casaca de la selección nacional. Luego de jugar en Bolívar pasó a The Strongest durante dos temporadas. Después jugó en San José y acabó su carrera en Unión Central de Tarija.
Sus frases
“Queda claro que la indisciplina conmigo no va. El jugador boliviano debe aprender mucho”
“Con Pizarro hablé muchas veces, pero no me entendió. Para él hay otras cosas que son prioridad”
“Se perdió diez días en Montero y no avisó. Trajo un papel aduciendo que estuvo preso; no le creí”